Una de las cosas que nos estanca es la preocupación, esta nos solo nos estanca sino que también nos desgasta, succiona nuestra energía y nos consume poco a poco.
Una de las cosas que he aprendido al caminar junto a Dios, es que Él siempre se encuentra a una oración de distancia de nosotros. Está constantemente acompañándonos con su presencia y cuidándonos en cada sendero que transitamos.
No obstante muchas veces, llegamos a obviar esta verdad y elegimos preocuparnos, sin recordar que la preocupación, es, de manera inconsciente, una señal de que pensamos podemos resolver por nosotros mismos ese problema que nos aqueja, de una mejor manera en la que El Señor podría hacerlo; además, denota una falta de confianza.
La vida libre de preocupaciones, empieza por asumir la paz genuina y de calidad que Dios nos brinda. Pero esa paz será cosechada luego de reconocer que contamos con su poder que todo lo pueda y que todo lo renueva, y sobre el que podemos descansar cada una de nuestras cargas.
Hagamos la elección de confiar en el plan y propósito de Dios, comenzando por caminar sin preocupaciones. Declaremos hoy: descanso todas mis cargas en Dios porque Él cuida de mí.
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